Aprendiendoaescribir's Weblog

Archive for mayo 2009

 

 

CUIDADÍN, QUE HAY ESPOILERS

Érase una vez un nido de médicos con mentalidad postadolescente llamado Seattle Grace. Érase una vez una panda de residentes egocéntricos y competitivos hasta la saciedad, hasta hacerme perder cualquier rastro de simpatía o empatía hacia ellos. Érase una vez una serie centrada en «yo, yo y después, yo» que utilizaba temas como el amor, la vida y la muerte como mero vehículo para tramas de culebrón teen. Afortunadamente, también érase una vez la Doctora Bailey.

En ese mar de desordenes hormonales y emocionales en el que navegan los personajes de Anatomía de Grey, hay una pequeña isla en la que habita Miranda Bailey (Chandra Wilson). En su isla, la doctora tententieso tiene que luchar contra  la angustia que le produce ser una madre ausente mientras siente un amor inmenso hacia su trabajo. Tiene que lidiar con su deseo de aceptar una beca de investigación en pediatría, mientras su jefe y su (casi ex) marido la presionan para quedarse en cirugía general y con el hastío que ésto le produce. Además, desde el episodio piloto, Bailey tiene que ser la «mami del hospital» de todos los residentes. Y aunque en esta quinta temporada alza de nuevo la vista desde su isla para mandar  miradas de preocupación, aprobación y condescendencia a sus polluelos; se podría decir que ya tiene una cosa menos de la que preocuparse.

Y es que en esta temporada (cuya segunda parte empieza a emitir  Cuatro este jueves por la noche) pasa algo sorprendente: muchos de los personajes crecen. Shonda Rhymes, su equipo de guionistas, gran parte de la crítica y muchos de los fans de la serie están empeñados en que los personajes de Anatomía… llevan creciendo desde la primera temporada. Mentira. Puedo jurar sobre la biblia de Doctor en Alaska que hasta esta última entrega, una servidora tenía alumnos adolescentes con más madurez mental que gran parte de la plantilla de cirujanos del Seattle Grace. Pero se hizo el milagro y en la quinta, muchos de ellos comienzan a convertirse en adultos (la enfermedad de Izzie, su relación con Alex, la boda de Meredith y Dereck, la tortuosa relación de Cristina y Owen, Callie y su puesta de largo en la edad adulta). Cierto es que algunos se quedan en el camino (Adiós George O’Malley, qué aburrimiento lo de la hija de Spielberg y qué poco hemos visto de lo de Sloan y la pequeña Grey), pero se agradece ver que la serie es más coral que nunca y, sobre todo, que la insoportable Meredith Grey (Ellen Pompeo) se va haciendo un poco más llevadera. Ah, y con el cliffhanger del final de temporada se han asegurado una buenísima audiencia para abrir la siguiente en otoño.  No ha estado nada mal verlos en acción. Nada mal.

 

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Llevo días queriendo hablar de La chica de ayer, serie que emite Antena 3 los domingos por la noche desde hace un mes. Como se ha dicho en todo momento, La chica de ayer es la versión española de la serie británica Life on Mars, que cuenta la historia de un policía de Manchester que, tras sufrir un accidente, regresa a 1.975.  En la nuestra, el policía se llama Samuel Santos y, tras ser arrollado por un coche, se despierta en el Madrid de 1.979.

Reconozco que hace unos meses, cuando me enteré de la adaptación, recibí la noticia con frialdad. Había visto el piloto de Life on Mars (correcto, entretenido, interesante)  y no tenía nada claro que algo así tuviera futuro en esta tele nuestra. Me alegra haberme equivocado de lleno. La chica de ayer funciona. Aprovecha el tirón nostálgico-revisionista que ya instauró en su día Cuéntame, pero lo aleja del costumbrismo familiar para meterse de lleno en el género policial, con apuntes ontológicos.

Y como estamos con los viajes en el tiempo, vuelvo al momento en el que leí en alguna parte que la serie conservaría su esencia pero «sería adaptada a los gustos nacionales». Mucho miedito de nuevo, fantasmas de cutrez visual,  planos chuscos e innecesarios de tetas y culos, chistes malos y escenas interminables pululaban por mi cabeza, así como la sensación de que iban a arruinar un buen producto. Segundo error. Hay que confiar más en el espíritu innovador de algunas productoras que se han subido al carro de la ficción televisiva en los últimos años… La chica de ayer  tiene en muchas ocasiones un tono cómico directo del que carece, a priori, Life on Mars.  La intertextualidad entre presente y pasado y  las diferentes versiones  de la serie, al igual que ciertos rasgos de los personajes, se plasman sobre todo a través del humor. Y con esto no quiero decir que hayan cogido un drama policial para convertirlo en una comedia, no, la serie mantiene, efectivamente, su esencia. Si esta es la aportación de la adaptación nacional al producto original, solo puedo quitarme el sombrero y decir chapó.

Personalmente, me ha enganchado su propuesta diferente, la originalidad de su historia (quien no se trague lo del viaje en el tiempo, mejor que no la vea) y unos personajes sólidos y entrañables. Samuel es un personaje estupendo (de Alterio hablaré luego), pero yo me quedo con el inspector Gallardo (Antonio Garrido se ha ganado mi respeto contra todo pronóstico) y con Ana (Manuela Velasco). Al primero le he cogido cariño por su rollito perdonavidas y sus aristas (Garrido es culpable, en gran parte, de que me lo trague). De la segunda solo puedo decir que su mezcla de fuerza y fragilidad no solo le da un toque de mujer de su época, sino que la vuelve heroíca y la aleja del estereotipo de policía femenina dura e implacable. Además, la interpretación de Manuela Velasco no hace sino mejorar al personaje.

Por supuesto, La chica de ayer no es una serie que roce la perfección.  Las tramas episódicas no son para tirar cohetes (aunque están dentro de la corrección genérica). Y Ernesto Alterio… no sé. Y ése es el problema, que después de cuatro capítulos todavía no me he formado una impresión concreta de su personaje, y creo que es por su culpa. A ver, Alterio me resulta encantador y nunca me había parecido mal actor hasta ahora; pero es que hay momentos en los que está demasiado fuera de tono. Me va bien como galán (la trama Samuel-Ana me encanta, ¡menuda química!), pero no me convence ni como sagaz detective, ni como payaso triste, ni desde luego como hombre en mitad de una crisis existencial. Es jodido, porque el personaje de Samuel tiene todas estas facetas y sale practicamente en todas las escenas, así que si de cuatro sólo da una, mal vamos.

En resumen, la serie merece la pena, es entretenida, no se hace larga (Oh Gran Señor de la Síntesis Narrativa, ten piedad de nosotros telespectadores, no nos dejes caer en las tramas y episodios estirados como chicles, bla, bla, bla, etc.). Y a mí me gusta también porque me siento delante de la pantalla y me pongo a pensar en el trabajo de los guionistas que la hacen posible. Un trabajo alejado por una vez de la creatividad pasional y bruta que requiere un producto original, más centrado en la humildad, el espíritu analítico y la generosidad de una adaptación.

Life on Mars duró dos temporadas en la BBC, espero que La chica de ayer le sobreviva y podamos disfrutar de otras facetas de los personajes, de la evolución del  producto. En definitiva, que renueve la promesa eterna no escrita de todas las series que me gustan: continuará

 

Desde el alma (vals)

Hermano cuerpo estás cansado

desde el cerebro a la misericordia

del paladar al valle del deseo

 

cuando me dices/alma ayúdame

siento que me conmuevo hasta el agobio

que el mismísimo aire es vulnerable

 

hermano cuerpo has trabajado

a músculo y a estómago y a nervios

a riñones y a bronquios y a diafragma

 

cuando me dices/alma ayúdame

sé que me estás condenando/eres materia

 y la materia tiende a desfibrarse

 

hermano cuerpo te conozco

fui huésped y anfitrión de tus dolores

modesta rampa de tu sexo ávido

 

cuando me pides/alma ayúdame

siento que el frío me envilece

que se me van la magia y la dulzura

 

hermano cuerpo eres fugaz

coyuntural efímero instantáneo

tras un jadeo acabarás inmóvil

 

y yo que normalmente soy la vida

me quedaré abrazada a tus huesitos

incapaz de ser alma sin tus vísceras

 

Mario Benedetti

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Después de repasar  http://www.elcansancio.com/berto, blog del célebre humorista Berto Romero, encuentro un post en el que comenta la cancelación de su programa. La verdad es que su respuesta es ejemplar y con esa actitud no me extraña que le vaya bién en la vida.  Aquí dejo una de las mejores partes:

Paso a redactar un listado de 4 consecuencias muy positivas, objetivamente hablando, que podemos extraer de esta nueva experiencia televisiva:

  1. “El programa de Berto” ha logrado emitirse en 3 ocasiones. Mi anterior proyecto en solitario, en TV3, “El gran què” se emitió en 2 ocasiones. Se trata de una trayectoria claramente ascendente. Quien no quiera darse cuenta de ello es un necio que se obstina en negar la evidencia.
  2. La cancelación del programa ayudará a relajarse a aquellos fans obsesos que me sobrevaloraban hasta el punto de pensar que no sólo iba a renovar el humor patrio sino también a sacar a nuestra sociedad de su decadencia moral y su crisis de identidad y valores.
  3. La cancelación del programa ayudará a proveer de argumentos sólidos a aquellos detractores que me criticaban furibundamente, hasta el momento, por ser un enchufado, un listillo o un catalán.
  4. Mi familia, y amigos podrán ver Doctor Mateo o Aída sin sentimiento de culpa. Y yo también.

Gracias a todos. Por el ánimo y el apoyo. Nos vemos por las noches en Buenafuente.

Entrada completa en: http://www.elcansancio.com/berto/page/7/

Ji, ji

"Ji, ji"

Lo acaba de decir un señor en Espejo Público. Sí, era empresario, llevaba el nudo de la corbata perfecto y veinte sesiones de rayos UVA  encima. Pero no puedo estar más de acuerdo con lo que ha dicho. Sólo un apunte: digo yo que la paternidad también será parte de esa inversión, ¿no?


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Teasing and braiding can, like any craft, be learned. But as to determining which episodes hold promise (as oysters hold pearls), it is not without justice that this art is called divining.

PARTIDA DE NACIMIENTO