Aprendiendoaescribir's Weblog

Archive for enero 17th, 2010

 

Elegante, cerebral, impecable. Hacía tiempo que Mad Men se merecía un post en esta humilde morada bloguera. Y es que se ha ganado su pedestal a pulso: una puesta en escena que quita el hipo, una realización bellísima, de manual clásico, unos intérpretes que están a la altura de  personajes y tramas que han ido creciendo y ganando en sustancia con cada una de las temporadas. ¡Y qué guiones! Si el ser humano pudiera alimentarse de subtexto, Mad Men acabaría con el hambre en el mundo. Estoy convencida de que el fantasma de Hitchcock se pasea por cada una de las grabaciones mostrando orgulloso su barriga y bendiciendo al equipo con su puro como si fuera un botafumeiro.

(Perdón por los ESPOILERS)

Esta tercera temporada ha sido magistral. Don vuelve a ser el centro del universo y un cazo de leche hirviendo o un puño arrugando una hoja de papel son excusas perfectas para flashbackearnos a su pasado de Grandes Depresiones y zapatos agujereados, para hacernos comprender que este personaje sigue trabajando por poder añadir un ladrillo en el complejo y turbador edificio de la América del siglo XX. Los secundarios siguen siendo un lujo (Sterling y sus líos familiares, los chicos de la agencia, los británicos con sus impostadísimos acentos, etc.), pero a mí las que me apasionan son ELLAS. Esta temporada nos ha regalado a una Betty Draper que, más allá de demostrar que January Jones es Grace Kelly reencarnada que ha vuelto para darnos lecciones de glamour (que no es poco), se muestra como un personaje más simpático, fuerte y maduro. Joan nos ha enseñado una vez más cómo sale adelante una tigresa en la jungla neoyorquina de finales de los sesenta: con muchísima sabiduría vital, encantos femeninos y unas gotitas de perfume. Y Peggy… No tengo palabras para describir la devoción que siento por el personaje de Peggy Olson, y eso que en esta temporada no le han dado todo el espacio que se merece. Pero esto es sólo mi visión distorsionada de la realidad, claro está, porque Peggy ha tenido momentos absolutamente triunfales: su brainstorming fumada o la visita que le hace Don -su media naranja laboral- en el último capítulo en la que le dice eso de «I wanna spend the rest of my life trying to hire you». Más allá de sus entretenidos embrollos corporativos, del interesantísimo mundo de la publicidad, de la mente y el corazón de sus personajes y de la recreación histórica,  la serie se huye del cliffhanger de estar por casa y despide la temporada con un final que es un principio. Otra cosa más que agradecer a Matthew Weiner y compañía.

Decir que Mad Men es una serie de primera no es ser nada original. Pero es lo que tienen las verdades universales.

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Teasing and braiding can, like any craft, be learned. But as to determining which episodes hold promise (as oysters hold pearls), it is not without justice that this art is called divining.

PARTIDA DE NACIMIENTO