MENDIGOS
Posted enero 24, 2010
on:La mendicidad es un cáncer aquí en la capi. Ya la viví con esplendor en Glasgow, pero como tenía ese halo de peligro marginal y un mendigo escocés carente de dientes y borracho es muy difícil de entender, pues me daba más miedo que lástima. El caso es que en Madrid hay (desgraciadamente) muchísimos mendigos y de muy variadas procedencias. Está el abuelo de la puerta del Caprabo, con el que se me encogía el corazón cada vez que me tocaba hacer la compra este verano. También está la Phoebe de Suchil, una yonki que siempre va con su perrico, con menos dientes que cuerdas en la guitarra, que tiene cáncer de estómago y sólo se sabe Yolanda y Lucía. Pero el premio gordo se lo llevan una pareja de mendigos que duermen en un portal al final de mi calle y que (redoble de batería, por favor)… ¡tienen un Mac!
Una noche antes de que el invierno se nos metiera en el cuerpo, volvía a casa tan tranquila y de repente los ví allí acomodados entre sus cartones, pegados a la minipantalla del portátil. Fue una aparición. Fue el fantasma de Valle-Inclán mandando saludos a través de una ouija digital. Resumiendo, fue muy grande. Tanto que lo contaba y la gente, obviamente, no se lo creía. Pero hoy he vuelto acompañada y ahora tengo testigos. Es una pena, pero los mendigos internautas no son un producto de mi imaginación.
El caso es que nos ha entrado la risa. Y claro, se nos han ocurrido los mil grupos de Facebook:
-Mendigos con portátil.
-Mendigos hackers.
-Mendigos que roban wifi.
-Mendigos que roban wifi a otros mendigos.
-Mendigos que en lugar de pasar la gorra se abren una cuenta en Paypal.
-I-homeless (este es de Kaik)
-Mendigos que venden cajas de cartón por E-bay.
Tengo muchísimas ganas de crearlos, pero me da cosica por si los encuentran y se hacen fans.
También hemos hecho un poco de brainstorming con los posibles «tweets», véase: «Ofertón en Día: cartón de Cotoserano a 0.60€», «Disfrutando de mi nueva caja. Es Balay.», «Temperatura bajando a 0º», etc.
Crueldades infinitas aparte, desconozco qué maravillosa y trágica historia habrá detrás de esas dos personas conectadas al mundo desde su hogar de cartón, pero el resultado es desternillante. Y ahora me tengo que marchar, que me he mordido la lengua y me voy corriendo al hospital a que me pongan un antídoto. Buenas noches.
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