LA TÍA JULIA
Posted marzo 7, 2010
on:La tía Julia (la de mi mente, no la de verdad, que en paz descanse) se encuentra en algún lugar entre el momento en el que mi padre decidió ponerle un fusible a la tele para poder controlar cuánto y qué veíamos mi hermana y yo (Querido papá: ¡Ja! Tu niña pequeña va para guionista y la mayor pronto será licenciada en Comunicación Audiovisual.), y el día en el que empecé a apuntarme en el calendario de mi cuarto cuándo emitían los capítulos de mis series favoritas. La tía Julia y su casa en el pueblo: Calle Verde toda arriba-tuerce a la derecha frente a la casa de Cristina-deja a tu izquierda la casa de la tía Elisa-gira la esquina y ya estás en casa de la Julia donde, a diferencia de la casa de la yaya Leo y el yayo Daniel, sí hay tele.
El sol de las tres y media me quemaba la nuca, pero la entrada de la casa de la Juli mantienía el frío como un botijo de barro. Y subiendo por unas escaleras dignas de esta imagen, me esperaba el culebrón de La Uno. Sentada en su trono de retama y madera, con mi tío Manolo al lado, mi tía Julia hablaba con la tele: «Ten cuidado, que esta es más mala que un dolor», les advertía a Cristal o Abigail como si pudieran oírle. Lecciones avanzadas de intertextualidad y Reader-response criticism mil años antes de que tuviera que estudiarme todo eso.
Cuando acababa volvía a casa y mi madre, tumbada en el sofá de la cocina a punto de sucumbir a una larga siesta veraniega, me contaba que cuando ella era pequeña venía corriendo con su prima Luisa a escuchar los seriales en la misma radio que descansaba en la estantería de encima del sofá (¡y que aún funcionaba!). Un día tras otro. En el mismo lugar. A la misma hora.
marzo 13, 2010 a 3:08 pm
gracias
por escribir tan bien y transmitir tannto tanto tanto
y tan bien
un beso
y un verso
secreto