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¿Y POR QUÉ NO TE LA ESTUDIAS TÚ?
Posted marzo 24, 2010
on:Tenemos tendencia a proyectar nuestros sueños y frustraciones en los demás: «Deberías dedicarte a la fotografía», «Tú vales para la medicina», «¿Que el circo ha llegado a la ciudad? ¡Pues únete!».
Muchísima gente me ve como una profe con mayúsculas. Más allá de mi calidad como profesional de la enseñanza (de la que no estoy muy segura: improviso demasiado, soy muy exigente con los alumnos y me importan un pito los sucesos del día en cuanto salgo por la puerta), lo cierto es que me he ganado esa imagen a pulso. O si no, ¿por qué respondo que soy profesora cuando me preguntan a qué me dedico? La respuesta adecuada me la sé de memoria: «Escribo, y hasta que eso me dé de comer me gano la vida dando clases». Y sin embargo, la articulo poco.
Hubo un tiempo en el que sí me planteé la enseñanza, pero la de mi idioma, esta lengua hermosa con la que traduzco mis sueños y mis historias. Quería «evangelizar» el español como segunda lengua pero saltándome el chunguerío colonialista. Tendría que haber estudiado hispánicas, ¿no? Creo que me arrepentí durante dos segundos de no haberlo hecho. Durante mis años de estudiante mi asignatura favorita, en la que tuve los mejores profesores, siempre fue Lengua. Nunca inglés. Inglés era una cosa que estudiaba dentro y fuera del colegio y que me sacaba sin ningún esfuerzo. Lengua eran los cuentos, los poemas, las novelas. Era saber que con los sustantivos damos nombre a la realidad que nos rodea, que los verbos son acciones, que los adjetivos clasifican, diferencian y personalizan. La palabra, el sintagma, la oración, el texto y el discurso. Casi todos los sentimientos más profundos que he sentido los he expresado en español, siempre el faro de mi idiolecto emocional.
Pero volvamos a la chica. Con tu nivel de inglés, con tu carrera y con más de la mitad de tu familia dedicada a la educación… 2+2= profesora, ¿no? Puede que las matemáticas sean una ciencia exacta, pero la vida no lo es. Hay demasiada gente a la que le parece que soy esa clase de persona que siempre coge el camino más recto. No es que me las dé de imprevisible (bueno sí, es mi peli y la cuento como quiero), pero no podrían estar más equivocados. Me encanta coger el camino más largo, dar rodeos y sentarme a descansar a la sombra de un árbol. Y lo seguiré haciendo.
Pero cuando eres de provincias a veces parece que la falta de pragmatismo o la búsqueda de nuevos horizontes te apartan de tus raíces. Porque si tengo todo lo necesario para estudiarme una oposición, ¿por qué no me la saco? Con el debido respeto a todos aquellos que alguna vez se han hecho esta pregunta sin más objeto que la pura curiosidad y las ganas de verme asentada y con la vida resuelta: Soy Sagitario, soy un culo de mal asiento atrapado en un trasero anodino. Vivo perdida en mi mundo 24 horas al día aunque tú, vosotros y ellos no lo sabréis jamás. Soy la nuera perfecta que un día saldrá de su casa maleta en mano para no volver. Sé que si sopla el viento del Este, ya no hay nada que hacer. Mi única constante es narrar hacia delante. Yo llamo felicidad a lo que muchos de los que me quieren bien llaman «plan de vida de la futura suicida». Y por seguir con la tónica adolescente: Esa oposición… sacadla vosotros y que os aproveche.