Aprendiendoaescribir's Weblog

Posts Tagged ‘R.V.N.I. (Recuerdos Voladores No Identificados)

VIOLETA es…

Un accidente de la risa.

Una lumbreras rubia.

Una «partner» musical.

Una inventora de álbumes de fotos.

Una compañera desde «El Cariño».

Una experta en lucir tangas.

Una chica con un nombre muy bonito.

Una inglesa de Zuera.

Una «mujer natural» (como el yogur).

Una infección… ¡de alegría!

Una que dice que soy chunga.

Una hermana.

Una que me aguanta las chorradas.

Una a la que le gusta el pipiribí-pipí.

Una de las nuestras.

Una que tiene un novio que es músico.

Una miedica.

Una filóloga que conozco yo.

Una que tiene que ser artista.

Una que hoy cumple veinticinco (por el culo te la hinco).

Feliz no cumpleaños, rubi.

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A la Rei

Son estos los momentos que atesoro. Tiradas en la cama, hablando de tu vida en común con Wentworth, el hombre de tus sueños. Cómo te cuida Wentworth, ¿eh? Echó a todos los tontos de Tudela y además te canta canciones con ese vozarrón que tiene. Tenéis una casa preciosa aunque, eso sí, sin pretensiones. La sala de lectura mira hacia el lago con la barquita por un ventanal de dos metros de alto por el que entra la luz del mediodía. Habéis contratado a uno que estudió Biblioteconomía y Documentación para que tenga todos los libros ordenados.  Para sentarse hay unos puffs que son igual de blandos que el culo de la Viol.  Ah, y este viernes  dais una fiesta en la que vamos a estar todos. Irán la Olga, la Viol, la Cagüé y el Hugo. También estarán Daniel Brülh, Juan Diego Boto, el preso de la cárcel de Zuera y Keira Knightley. También estaré yo y creo que Yann Tiersen se encargará de la música, aprovechando que estos días está por casa porque le está enseñando a Wen a tocar el xilófono. Prometo que veremos todos tus cortos: La Excursión I, II y III incluídos, con Gabi y Jessy buscándose la una a la otra por el Parque Grande en taca-taca. Dices que vas a llevar un vestido minifaldero, claro, ahora que estás fotodepilada te da todo igual. Pero que conste que te fotodepilaste por ti, porque a Wentworth le dan igual tus pelos. Él te quiere tal y como eres, Bridget. Yo iré a la fiesta con mi Oscar, ya sabes, el que me dieron al mejor guión original por Sensión Tensual. Nunca lo hubiera conseguido de no ser porque montamos esa productora con el dinero que tu Wentworth sacó de la cuarta parte de Indiana Jones. Gracias.

En mi cuarto, antes de dormir, mientras se enciende el ordenador. Una nota se desliza por debajo de la puerta:

“ Hi Encisa!

It’s Wen. I’m going to Rache’s bedroom, but before I’d like to tell you that I’ve phoned some friends and Johnny (Depp) is about to come to your bedroom.  Please take care of the woman of my dreams because I am really in love with her and I’m writing a song for her with my friend Yann (Tiersen).

Yours sincerely,

Wentworth Miller (loves) Rei-Rei (I never thought that such a perfect woman could exist)”

Y me dices por último: “Y estoy más a gusto que un arbusto. No nos vamos a dejar nunca. Bueno, si cortamos será porque yo le dejaré a él, claro”.

Zaragoza, Otoño de 2004.

"Mira qué calcamonía me ha salido en el bollicao"

EPÍLOGO: Tras el fiasco de su autobiografía Wentworth: lo negro lo escondo, el señor Miller dejó Tudela y se retiró a las calles de Nueva York, donde ahora ejerce la mendicidad profesional. En sus ratos de ocio se dedica a comer perritos calientes con salsa de tofu y guacamole. Por su parte Rei-Rei, tras una ruptura amistosa con Wen (le dejó ella, claro), se consagró en cuerpo y alma a su trabajo de reina de su reino y hoy continúa repartiendo alegría, ilusión y pompas de jabón, siempre en buena compañía.

Tenemos tendencia a proyectar nuestros sueños y frustraciones en los demás: «Deberías dedicarte a la fotografía», «Tú vales para la medicina», «¿Que el circo ha llegado a la ciudad? ¡Pues únete!».

Muchísima gente me ve como una profe con mayúsculas. Más allá de mi calidad como profesional de la enseñanza (de la que no estoy muy segura: improviso demasiado, soy muy exigente con los alumnos y me importan un pito los sucesos del día en cuanto salgo por la puerta), lo cierto es que me he ganado esa imagen a pulso. O si no, ¿por qué respondo que soy profesora cuando me preguntan a qué me dedico? La respuesta adecuada me la sé de memoria: «Escribo, y hasta que eso me dé de comer me gano la vida dando clases».  Y sin embargo, la articulo poco.

Hubo un tiempo en el que sí me planteé la enseñanza, pero la de mi idioma, esta lengua hermosa con la que traduzco mis sueños y mis historias. Quería «evangelizar» el español como segunda lengua pero saltándome el chunguerío colonialista. Tendría que haber estudiado hispánicas, ¿no? Creo que me arrepentí durante dos segundos de no haberlo hecho. Durante mis años de estudiante mi asignatura favorita, en la que tuve los mejores profesores, siempre fue Lengua. Nunca inglés. Inglés era una cosa que estudiaba dentro y fuera del colegio y que me sacaba sin ningún esfuerzo. Lengua eran los cuentos, los poemas, las novelas. Era saber que con los sustantivos damos nombre a la realidad que nos rodea, que los verbos son acciones, que los adjetivos clasifican, diferencian y personalizan. La palabra, el sintagma, la oración, el texto y el discurso. Casi todos los sentimientos más profundos que he sentido los he expresado en español, siempre el faro de mi idiolecto emocional.

Pero volvamos a la chica. Con tu nivel de inglés, con tu carrera y con más de la mitad de tu familia dedicada a la educación… 2+2= profesora, ¿no? Puede que las matemáticas sean una ciencia exacta, pero la vida no lo es. Hay demasiada gente a la que le parece que soy esa clase de persona que siempre coge el camino más recto. No es que me las dé de imprevisible (bueno sí, es mi peli y la cuento como quiero), pero no podrían estar más equivocados. Me encanta coger el camino más largo, dar rodeos y sentarme a descansar a la sombra de un árbol. Y lo seguiré haciendo.

Pero cuando eres de provincias a veces parece que la falta de pragmatismo o la búsqueda de nuevos horizontes te apartan de tus raíces. Porque si tengo todo lo necesario para estudiarme una oposición, ¿por qué no me la saco? Con el debido respeto a todos aquellos que alguna vez se han hecho esta pregunta sin más objeto que la pura curiosidad y las ganas de verme asentada y con la vida resuelta: Soy Sagitario, soy un culo de mal asiento atrapado en un trasero anodino. Vivo perdida en mi mundo 24 horas al día aunque tú, vosotros y ellos no lo sabréis jamás. Soy la nuera perfecta que un día saldrá de su casa maleta en mano para no volver. Sé que si sopla el viento del Este, ya no hay nada que hacer. Mi única constante es narrar hacia delante. Yo llamo felicidad a lo que muchos de los que me quieren bien llaman «plan de vida de la futura suicida». Y por seguir con la tónica adolescente: Esa oposición… sacadla vosotros y que os aproveche.

La tía Julia (la de mi mente, no la de verdad, que en paz descanse) se encuentra en algún lugar entre el momento en el que mi padre decidió ponerle un fusible a la tele para poder controlar cuánto y qué veíamos mi hermana y yo (Querido papá: ¡Ja! Tu niña pequeña va para guionista y la mayor pronto será licenciada en Comunicación Audiovisual.), y el día en el que empecé a apuntarme en el calendario de mi cuarto cuándo emitían los capítulos de mis series favoritas. La tía Julia y su casa en el pueblo: Calle Verde toda arriba-tuerce a la derecha frente a la casa de Cristina-deja a tu izquierda la casa de la tía Elisa-gira la esquina y  ya estás en casa de la Julia donde, a diferencia de la casa de la yaya Leo y el yayo Daniel, sí hay tele.

El sol de las tres y media me quemaba la nuca, pero la entrada  de la casa de la Juli  mantienía el frío como un botijo de barro.  Y subiendo por unas escaleras dignas de esta imagen, me esperaba el culebrón de La Uno. Sentada en su trono de retama y madera, con mi tío Manolo al lado, mi tía Julia hablaba con la tele:  «Ten cuidado, que esta es más mala que un dolor», les advertía a Cristal o Abigail como si pudieran oírle.  Lecciones avanzadas de intertextualidad y Reader-response criticism mil años antes de que tuviera que estudiarme todo eso.

Cuando acababa volvía a casa y mi madre, tumbada en el sofá de la cocina a punto de sucumbir a una larga siesta veraniega, me contaba que cuando ella era pequeña venía corriendo con su prima Luisa a escuchar los seriales en la misma radio que  descansaba en la estantería de encima del sofá (¡y que aún funcionaba!). Un día tras otro. En el mismo lugar. A la misma hora.

Abrir la ventana  un día lluvioso y escuchar a alguien silbando:

Esto sí que no tiene precio.

Difuso y grabado a fuego en la memoria. El folclore tiene estas cosas. Hoy: el extraño caso de la rima de las urracas («picarazas» en mi tierra y bellas «magpies» en el mundo anglosajón). Una rima para niños que aprendí de mi queridísima Martha y de la que sólo recordaba los cuatro primeros versos. Gracias a Internet, doy con más de una versión.

One for sorrow

Two for joy

Three for a girl

Four for a boy

Five for silver

Six for gold

Seven for a secret

never to be told

Eight for a kiss

Nine for a wish

Ten is a bird you must not miss/Ten for a time of joyous bliss/Ten is a letter

Eleven for worse

Twelve for better

Los versos en azul son aquellos sobre los que he encontrado desavenencias, así que elegid vuestra propia versión. ¡Ah! Y cantadla cada vez que veáis a las pequeñas amantes de las cosas brillantes (pero sólo hasta el número exacto de pájaros que tengáis delante, que si no da mala suerte).


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Teasing and braiding can, like any craft, be learned. But as to determining which episodes hold promise (as oysters hold pearls), it is not without justice that this art is called divining.

PARTIDA DE NACIMIENTO