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ARROZ BLANCO (The Dresden Files)
Posted febrero 19, 2009
on:- In: crítica TV
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A veces necesitamos entretenimiento. No me refiero a programas dirigidos al espectador de encefalograma plano, ni a aquellos que aprovechan el morbo para venderse por las esquinas. Simplemente, hay días en los que enciendes la tele esperando encontrar algo que no sea una obra maestra (lo cual es fácil), pero que tampoco insulte a tu inteligencia (entramos en la parte difícil). Lo que parece un amplio espectro fácil de explotar entre dos extremos es, hoy por hoy, el misterio mejor guardado de la tele en Spain cañí. ¿Existen programas capaces de conseguir tu interés sin hacerte sentir como una arpía/gilipollas/depravada/avergonzada/culpable de asesinato en tercer grado y que, a su vez, se mantengan ajenos a grandes aspiraciones intelectuales? Si los hay, ¿dónde se esconden? El pasado sábado-14-de-febrero-san-valentín descubrí uno. Es lo que tiene quedarse en casa con tu novio a cocinar lasaña y ver Kill Bill. A eso de la una de la mañana, pasaron en Cuatro un capítulo de Dresden, una serie americana de la que solo sé que está basada en un libro y parece reciente.
Dresden (The Dresden Files, en inglis pitinglis) cuenta las aventuras de un mago de Chicago que un capítulo tras otro se ve envuelto en la investigación de sucesos escabrosos que siempre acaban teniendo un lado paranormal. De esto te das cuenta a los tres minutos de que empiece el episodio, y ese es el tiempo que tiene el espectador rehacio a tragar con cualquier idea o trama relacionada con Harry Potter, la wicca o el mundo de la fantasía gótica, para decidir si cambia o no de canal. Si dejas el mando en paz, no verás un episodio de Doctor en Alaska, pero el universo de Harry Dresden y los suyos es lo suficientemente fuerte como para sujetar unas tramas sencillas y bién elaboradas, con unos personajes construidos a la medida justa del producto final. Cuando una empieza a ver runas que se iluminan por las paredes y dragones que escupen fuego verde y no siente vergüenza ajena, es que algo funciona. Esta serie es puro entretenimiento a la americana, pero de ese del bueno, el que sabe exactamente a qué se refería Aristóteles con lo del punto medio. Y aunque no hallaréis mayor virtud que ésta en Dresden, el programa tiene algunas otras: 1- Al contrario que el vampiro de Moonlight (ese hijo secreto de Iker Jiménez y el presentador de «Identity»), el protagonista no da grima. 2- Hacen falta espacios televisivos dirigidos a un público adolescente en los que no aparezca Rafa Méndez. 3- Esta serie es un ejemplo de la calidad que podrían alcanzar nuestros productos nacionales si alguien por ahí no se empeñara en hacer capítulos de 70′ , forzar el «product placement», escribir guiones con los ojos cerrados y hacer castings con el ojo del culo. He dicho.