Aprendiendoaescribir's Weblog

Archive for the ‘cajón de ideas’ Category

Libérate del tedio (sub)urbano, del «decaimiento». Recupera la movilidad de todas tus extremidades, la agudeza visual y el sentido del olfato. Revive el significado de las cosas. Salta desde una señal de tráfico, baila con un minicontenedor de basura, abraza un árbol, mea entre dos coches en la calle… En resumen, confunde a un gato.

Y tú, have you confused your cat yet?

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No tengo que dejar atrás lo que más quiero.

De mis raíces salió un árbol y se dejó crecer lianas encima. Con ellas viajo siempre de un sitio a otro. De mi árbol cayeron semillas y el viento las esparció por todas partes. De ellas nacieron otros árboles entre los que apoyo puentes que me cruzan de un lugar a otro. Las copas de mi bosque atrajeron con su sed a las tormentas y la tierra les hizo un agujero en el que reposar. Con mi barca de madera remo siempre hacia delante en este lago. A veces tengo miedo, pero la voluntad es más fuerte.

 

Después de meses desencantada con la tele, mi primer post en más de un mes va sobre… FURGOOOL! Y sólo he visto el segundo tiempo de la final. Esa ha sido toda mi experiencia como espectadora de un mundial que he disfrutado en la calle, en las terrazas, escuchando a la afición retransmitir los partidos con sus gritos de «goool», sus suspiros, sus «nooo», sus «uy» y sus gestos.  Al final, lo que cuenta es cómo lo vives. ¡Paul para todos!

Sé que volveré.

Barcelona es la ciudad de mis sueños adolescentes. Cuando creía que Zaragoza era un agujero negro para cualquier cosa que desprendiera un leve hedor cultureta, Barcelona era el objetivo, era la tierra firme que quiere pisar Ariel. Luego conseguí mi par de piernas y me dí cuenta de que me interesaba ver «más, mucho más», aunque Barcelona siempre seguirá ahí con sus recuerdos: viajes con mis padres, con el cole, la segunda ciudad grande de mi vida (Paris, Paris, estás lejos de aquí). Las visitas a mi hermana cuando empezó la carrera, mi tía abuela Leonor, que vivía detrás de la Boquería, los conciertos a los que iba cuando estaba en la uni y, por último, aquella comida estupenda con los compañeros guionistas. Tos, jarabe de Fernet y un camarero que nos miraba mal en el Raval… He vuelto demasiadas veces con gripe de esa ciudad.

Pero hoy no. Este último viaje ha sido diferente. Relax, aprovechar que me alojaba en la Barceloneta,en buena compañía. Playa y piscina. Ayer Àngels me llevó por el Gótico. Antes yo me había puesto mi disfraz de turista y me había  paseado hasta la plaza de la Catedral, donde me encontré a varios grupos de jubilados bailando sardanas. Como los círculos del maíz pero con un pasito a la izquierda, otro a la derecha, un saltito. Todos con la cabeza bien alta. Qué majos y qué divertidos, aunque la sardana tenga la cualidad de traspasar mi umbral de paciencia musical cual house folclórico.

Seguía con el disfraz intacto y entonces me encontré con mi amiga, que me arrastró como un torbellino por calles apestadas de visitantes. «Esto se ha convertido en Port Aventura». Àngels no paraba de repetirlo, con una agudeza y un humor ácido que me consta que no están recibiendo el trato que se merecen últimamente (a los culpables, mi más sentida pedorreta y una sentencia: «vosotros os lo perdéis»). Pero mi guía, mi  conejo de Alicia made in Sabadell, se conoce el Gótico como la palma de su mano y me llevó a tomar el té de las ocho y luego a por unos combinados que deberían llamarse «despiertamonjas». Hablamos de cien cosas, aunque en la orden del día figuraban unas dos mil. Cerramos en alto, con que me devolvería la visita.  Por la noche, cena con mi hermana y un mojito.

Y la guinda de mi viaje, haber contado con la compañía de un libro que ya visité antes, en otros lugares. Esta obra maestra:

‘Family’, I say. Grandma invented this family. She put it together out of wathever came to hand- a stray pair of orphaned babes, a ragamuffin in a flat cap. She created it by sheer force of personality.

Los viajes son el alimento del peregrino circunstancial y repetir es el placer más goloso.

Soy una chica fácil, lo reconozco.  Me río con (casi) cualquier cosa, pero me gusta pensar que esto de ser una laugh-slut (guionistas de Cómo conocí a vuestra madre, gracias por acuñar este término grande, grande) más que volverme una espectadora sin cerebro me convierte en un ente predispuesto a disfrutar de los miles de matices que ofrece esa gran arma de construcción masiva: EL HUMOR. Por eso admiro a la gente como esta:

Sus programas podrán gustar más o menos, pero es verdad que Andreu y su equipo (delante y detrás de las cámaras) se esfuerzan por hacer reír. Y muchas veces funciona.

Minuto 1:20

Y lo más importante, ¿existe sangre de Satán en polvo, como el Tang? Sangre de Sa-Tang.

Mi amor por este juego de palabras es completamente subjetivo, pero me fascina que algo pueda resultar tan tonto y efectivo al mismo tiempo.  A partir de ahora, la sangre de Sa-Tang va a ser a mis cócteles lo que el perjil a la cocina de Arguiñano. Sólo con esto, Buenafuente ya se me ha ganado para los 5:23 minutos restantes. Y le perdono hasta que en su boca los hechizos «surjan» efecto.

Burla, burlando, van dos años blogueando.

Dos primaveras atrás el pequeño alien que llevo dentro sacó la uñaca, rajó mi cráneo (llevaba mucho tiempo dejándosela larga con este propósito), asomó lo que él llama cabeza, escupió en plan santero a la pantalla de mi ordenador  y pronunció las siguientes palabras: «Escribe. No te arrepentirás». Y después me pidió el pintalabios, porque tenía una fiesta de besos.

Veinticuatro meses más tarde, recuerdo aquel suceso como si fuera ayer y no me arrepiento ni un solo día:

1-Porque en aquella fiesta mi alien ligó como en su vida (el rojo pasión le sentaba de muerte y resaltaba sus bellas fauces).

2-Porque este pequeño monstruito llamado «Aprendiendo a escribir» crece fuerte, con sanas desviaciones y además de cumplir años, cumple otras muchas cosas.

Y se codea con la crème de la crème brûlée, como demuestra esta preciosa felicitación.

Y que cuuumpla muuchos máaas…  Gracias a todos 🙂

PD: La tarta la ha hecho Mafalda. Comed y seréis más sabios.

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Voici donc la phénoménologie: un monologue solitaire et sans fin de la conscience avec elle-même, un autisme pur et dur qu’aucun vrai chat n’importune jamais.

Muriel Barbery, L’élegance du hérisson.

Tenemos tendencia a proyectar nuestros sueños y frustraciones en los demás: «Deberías dedicarte a la fotografía», «Tú vales para la medicina», «¿Que el circo ha llegado a la ciudad? ¡Pues únete!».

Muchísima gente me ve como una profe con mayúsculas. Más allá de mi calidad como profesional de la enseñanza (de la que no estoy muy segura: improviso demasiado, soy muy exigente con los alumnos y me importan un pito los sucesos del día en cuanto salgo por la puerta), lo cierto es que me he ganado esa imagen a pulso. O si no, ¿por qué respondo que soy profesora cuando me preguntan a qué me dedico? La respuesta adecuada me la sé de memoria: «Escribo, y hasta que eso me dé de comer me gano la vida dando clases».  Y sin embargo, la articulo poco.

Hubo un tiempo en el que sí me planteé la enseñanza, pero la de mi idioma, esta lengua hermosa con la que traduzco mis sueños y mis historias. Quería «evangelizar» el español como segunda lengua pero saltándome el chunguerío colonialista. Tendría que haber estudiado hispánicas, ¿no? Creo que me arrepentí durante dos segundos de no haberlo hecho. Durante mis años de estudiante mi asignatura favorita, en la que tuve los mejores profesores, siempre fue Lengua. Nunca inglés. Inglés era una cosa que estudiaba dentro y fuera del colegio y que me sacaba sin ningún esfuerzo. Lengua eran los cuentos, los poemas, las novelas. Era saber que con los sustantivos damos nombre a la realidad que nos rodea, que los verbos son acciones, que los adjetivos clasifican, diferencian y personalizan. La palabra, el sintagma, la oración, el texto y el discurso. Casi todos los sentimientos más profundos que he sentido los he expresado en español, siempre el faro de mi idiolecto emocional.

Pero volvamos a la chica. Con tu nivel de inglés, con tu carrera y con más de la mitad de tu familia dedicada a la educación… 2+2= profesora, ¿no? Puede que las matemáticas sean una ciencia exacta, pero la vida no lo es. Hay demasiada gente a la que le parece que soy esa clase de persona que siempre coge el camino más recto. No es que me las dé de imprevisible (bueno sí, es mi peli y la cuento como quiero), pero no podrían estar más equivocados. Me encanta coger el camino más largo, dar rodeos y sentarme a descansar a la sombra de un árbol. Y lo seguiré haciendo.

Pero cuando eres de provincias a veces parece que la falta de pragmatismo o la búsqueda de nuevos horizontes te apartan de tus raíces. Porque si tengo todo lo necesario para estudiarme una oposición, ¿por qué no me la saco? Con el debido respeto a todos aquellos que alguna vez se han hecho esta pregunta sin más objeto que la pura curiosidad y las ganas de verme asentada y con la vida resuelta: Soy Sagitario, soy un culo de mal asiento atrapado en un trasero anodino. Vivo perdida en mi mundo 24 horas al día aunque tú, vosotros y ellos no lo sabréis jamás. Soy la nuera perfecta que un día saldrá de su casa maleta en mano para no volver. Sé que si sopla el viento del Este, ya no hay nada que hacer. Mi única constante es narrar hacia delante. Yo llamo felicidad a lo que muchos de los que me quieren bien llaman «plan de vida de la futura suicida». Y por seguir con la tónica adolescente: Esa oposición… sacadla vosotros y que os aproveche.

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA PERVERSIÓN.

INT./SALÓN GALILEO-TARDE

Cenicero a rebosar y «El nuevo Karate Kid» en la tele. OLGA descansa en el sofá con la manta encima. Parece algo desanimada. VIOLETA se sienta a su lado.

VIOLETA

¿Quieres que vayamos a La Chocita esta noche

a esperar a Piedrahíta?

OLGA

¿Para qué?

VIOLETA

Le perseguimos hasta un callejón de Noviciado y

mientras yo vigilo, tú le violas.

OLGA

¿Y se dejará?

VIOLETA

¡Seguro!

OLGA

Uff, es que tengo unas agujetas…

VIOLETA se encoge de hombros. OLGA sube el volúmen de la tele. En la pantalla, el señor Miyagi enseña a Hillary Swank a dar cera y pulir cera.

La tía Julia (la de mi mente, no la de verdad, que en paz descanse) se encuentra en algún lugar entre el momento en el que mi padre decidió ponerle un fusible a la tele para poder controlar cuánto y qué veíamos mi hermana y yo (Querido papá: ¡Ja! Tu niña pequeña va para guionista y la mayor pronto será licenciada en Comunicación Audiovisual.), y el día en el que empecé a apuntarme en el calendario de mi cuarto cuándo emitían los capítulos de mis series favoritas. La tía Julia y su casa en el pueblo: Calle Verde toda arriba-tuerce a la derecha frente a la casa de Cristina-deja a tu izquierda la casa de la tía Elisa-gira la esquina y  ya estás en casa de la Julia donde, a diferencia de la casa de la yaya Leo y el yayo Daniel, sí hay tele.

El sol de las tres y media me quemaba la nuca, pero la entrada  de la casa de la Juli  mantienía el frío como un botijo de barro.  Y subiendo por unas escaleras dignas de esta imagen, me esperaba el culebrón de La Uno. Sentada en su trono de retama y madera, con mi tío Manolo al lado, mi tía Julia hablaba con la tele:  «Ten cuidado, que esta es más mala que un dolor», les advertía a Cristal o Abigail como si pudieran oírle.  Lecciones avanzadas de intertextualidad y Reader-response criticism mil años antes de que tuviera que estudiarme todo eso.

Cuando acababa volvía a casa y mi madre, tumbada en el sofá de la cocina a punto de sucumbir a una larga siesta veraniega, me contaba que cuando ella era pequeña venía corriendo con su prima Luisa a escuchar los seriales en la misma radio que  descansaba en la estantería de encima del sofá (¡y que aún funcionaba!). Un día tras otro. En el mismo lugar. A la misma hora.


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Teasing and braiding can, like any craft, be learned. But as to determining which episodes hold promise (as oysters hold pearls), it is not without justice that this art is called divining.

PARTIDA DE NACIMIENTO